Oskar Kokoschka, el artista que pintaba "el aura de los hombres"
Incomprendido en vida, la influencia de Kokoschka ha crecido con el tiempo. La ruptura con Alma Mahler, el amor de su vida, marcó el estilo apasionado del artista, que nunca se alió con ninguna escuela.
Oskar Kokoschka (1886-1980) murió con la sensación de que su vida de entrega a la pintura y al compromiso con el arte como camino de revelación había sido en vano. Olvidado e incomprendido, víctima del aluvión de los movimientos pop posteriores a la II Guerra Mundial, el viejo maestro se sentía como una nota al pie en la historia de la plástica del siglo XX.
Las cosas han cambiado y la figura del pintor, uno de los más radicales expresionistas —pese a que rehuía la militancia en cualquier escuela o tendencia—, es citada una y otra vez como una de las más influyentes de la centuria pasada. La recuperación del maestro, nacido en Austria y fallecido en Suiza, se consolida este otoño con la exposición
la importancia que merece al "el enfant terrible de la Viena de Klimt y Freud", una figura "que inspiró a toda una generación de artistas". Un incendio simultáneo a su nacimiento le convenció de que sería grande Hijo de una familia humilde dedicada a la orfebrería y castigada por la invasiva llegada de la industrialización, Kokoschka siempre creyó en los presagios. Un gran incendio que asoló la villa natal de Pöchlarn al mismo tiempo que su madre daba a luz le convenció de que estaba llamado a buscar la iluminación y explorar una mirada que le permitiera ver "el aura que los hombres proyectan en el espacio".
En 1908 publicó su primer poemario, ilustrado por él mismo, “Los muchachos soñadores”, en el se aprecia la gramática del modernismo vienés.
Realizó, también en estos años, una serie de carteles y postales para los Talleres de Viena, una escultura, y el libro “Die Träumenden Knaben”.
Hasta aquí su trabajo fue duramente criticado, incluso rechazado por agresivo y por su fuerte expresividad, tanto por el público como por la crítica, reacción que se produciría igualmente con su obra teatral: “El asesino, la esperanza de las mujeres”, que fue la primera obra del llamadoexpresionismo teatral.
En 1909 un admirador suyo, el arquitecto Adolf Loos, se conviertió en su mecenas, a cambio de sus obras, éste le puso en contacto con el fundador de la revista expresionista “Der Sturm”, Herwarth Walden; más tarde entablaría contacto con Karl Graus, y con el círculo de Käthe Richter.
Sin embargo decepcionado por la mala acogida de sus trabajos, se trasladó a Berlín en 1910, en donde principalmente realizó retratos de intelectuales alemanes y austriacos, hasta que se inició la Primera Guerra Mundial.
Entre 1912 y 1915 tuvo una relación sentimental con Alma Mahler que Alma abandonó por tormentoso.
Este abandono ocasiona una locura en él de la que jamás se repuso por completo.
Este abandono ocasiona una locura en él de la que jamás se repuso por completo.
Tras la ruptura pintó un óleo en el que quiso manifestar la fuerza del amor, y de como perdura a pesar de las dificultades con las que se encuentra: “La novia del viento”.
Se retiró a trabajar a su casa de Montreux, enclavada a orillas del Lago Ginebra, en Villeneuve, hasta su muerte, que se produjo a causa de un infarto de miocardio, cuando trabajaba en sus memorias, el 22 de febrero de 1980.
Kokoschka tuvo mucho en común con su contemporáneo Max Beckmann, ambos mantuvieron su independencia del expresionismo alemán, no obstante, actualmente están considerados como sus amos supremos, ambos profundizaron en el arte de los maestros de la antigüedad, desarrollando estilos individuales y únicos.
Ambos escribieron en profundidad sobre la necesidad de desarrollar el arte de “ver” (Kokoschka hizo hincapié en la percepción de profundidad , mientras que Beckmann se ocupaba de visión mística en el reino invisible), en cualquier caso ambos fueron maestros de innovadoras técnicas de pintura al óleo, anclados en tradiciones anteriores.
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