Sofista
El término sofista (del griego σοφία [sophía], «sabiduría», y σοφός [sophós], «sabio») es el nombre dado en la Grecia clásica al que hacía profesión de enseñar la sabiduría. Sophós y Sophía en sus orígenes denotaban una especial capacidad para realizar determinadas tareas como se refleja en la Ilíada (XV, 412). Más tarde se atribuiría a quien dispusiera de «inteligencia práctica» y era un experto y sabio en un sentido genérico. Sería Eurípides quien le añadiría un significado más preciso como «el arte práctico del buen gobierno» (Eur. I.Á.749) y que fue usado para señalar las cualidades de los Siete Sabios de Grecia. Sin embargo, al transcurrir el tiempo hubo diferencias en cuanto al significado de sophós: por una parte, Esquilo denomina así a los que dan utilidad a lo sabido, mientras que para otros es al contrario, siéndolo quien conoce por naturaleza. A partir de este momento se creará una corriente, que se aprecia ya en Píndaro,1 que da un cariz despectivo al término sophós asimilándolo a «charlatán».
Ya en la Odisea, Ulises es calificado de sophón como «ingenioso». Por el contrario, Eurípides llama a la sophía «listeza» y al sophón «sabiduría», tratando con ello de diferenciar la intensidad y grado de conocimiento de las cosas que tienen respectivamente los hombres y los dioses.
Índice
Historicidad[editar]
Los sofistas eran pensadores que desarrollaron su actividad en la Atenas democrática del siglo V a. de C. Los filósofos de la naturaleza, los presocráticos, habían elaborado diferentes teorías para explicar el cosmos. Los sofistas y Sócrates van a cambiar el objeto de la filosofía. Ahora, el tema de reflexión es el hombre y la sociedad. Como los sofistas eran viajeros, conocían diferentes culturas, totalmente distintas a la griega. Por eso se plantearon problemas referidos a las costumbres y las leyes. ¿Son las costumbres y leyes un simple acuerdo, una convención, o son naturales? Así surgió la idea de relativismo.
Los sofistas eran maestros que iban de ciudad en ciudad enseñando a ser buenos ciudadanos y a triunfar en la política. El arte de hablar en público, la retórica, era esencial en la democracia griega, donde los ciudadanos participaban constantemente. Las enseñanzas de los sofistas tenían un fin práctico, saber desenvolverse en los asuntos públicos. Fueron los primeros pensadores que cobraron dinero por sus enseñanzas. Unos de los principales sofistas fue Protágoras (480-410 a. de C.).2
Evolución del término[editar]
El verbo sophídsesthai, «practicar la sophía», sufrió una evolución similar al terminar por entenderse como «embaucar». La derivación sophistés3 se dio a los Siete Sabios4 en el sentido de «filósofos» y así llama Heródoto a Pitágoras, a Solón, y a quienes fundaron el culto dionisiaco. También se llamaba así a los mousike y a los poetas5 y, en general, a todos los que ejercían una función educadora. El uso peyorativo empezó a tomar forma en el siglo V a. C., coincidiendo con la extensión del uso del término a los prosistas. El momento coincide con un incremento de las suspicacias de los atenienses hacia los que mostraban una mayor inteligencia.6 Isócrates denostaba que el término «hubiera caído en deshonor» y Sófocles lo atribuye al hecho de que los educadores y maestros recibieran una remuneración por su trabajo.7 Esta es la tesis más extendida en la actualidad.
No obstante, era aceptado en la Grecia Antigua que los poetas cobrasen por sus servicios. El desprecio con el que los sofistas eran tratados en ocasiones no nacía del hecho mismo de recibir remuneración,8 sino de hacerlo, sobre todo, por la formación en la llamada areté, el arte de la política y la ciudadanía, que incluía todas las técnicas persuasivas para hacerse un lugar en la administración de la polis.
Críticas[editar]
Platón criticaba a los sofistas por su formalismo y sus trampas dialécticas, pretendiendo enseñar la virtud y a ser hombre, cuando nadie desde un saber puramente sectorial, como el del discurso retórico, puede arrogarse tal derecho.
La primera exigencia de esa areté era el dominio de las palabras para ser capaz de persuadir a otros. «Poder convertir en sólidos y fuertes los argumentos más débiles», dice Protágoras. Gorgias dice que con las palabras se puede envenenar y embelesar. Se trata, pues, de adquirir el dominio de razonamientos engañosos. El arte de la persuasión no está al servicio de la verdad sino de los intereses del que habla. Llamaban a ese arte «conducción de almas». Platón dirá más tarde que era «captura» de almas.
Según algunos autores, no eran, pues, propiamente filósofos. Para quienes son de esa opinión, tenían sin embargo en común con los filósofos una actitud que sí puede llamarse filosófica: el escepticismo y relativismo. No creían que el ser humano fuese capaz de conocer una verdad válida para todos. Cada quien tiene «su» verdad.
Por el contrario, hay quien sostiene que sí lo eran, y que las ácidas críticas de Platón corresponden a una disputa por un mismo grupo de potenciales discípulos y a sus diferencias políticas y filosóficas.
De Aristóteles provendrá también el sentido peyorativo: sofista es quien utiliza del sofisma para razonar. Los más destacados miembros de la sofística fueron: Protágoras, Gorgias, Hipias, Pródico, Trasímaco, Critias y Calicles.
Reivindicación en la actualidad[editar]
Frente a la tradición filosófica, algunos autores a partir del siglo XX han tratado de reivindicar la importancia filosófica de los sofistas. Por ejemplo, Giorgio Colli ha destacado que no es menor el rigor lógico de Gorgias de Leontinos que el de Platón. Además, plantea la hipótesis de que tal vez el sofista fuera el creador de la refutación por reducción al absurdo.9 También Michel Onfray ha tratado de destacar el papel de los sofistas en la filosofía griega.10
Maestros de retórica.
Los sofistas fueron maestros de retórica, entendiéndola no solamente como una disciplina que estudia y presenta técnicas para la utilización del lenguaje de manera instrumental para lograr ciertos fines en un espacio comunicativo, sino también como un discurso actuante que se mide en su efectividad. Los sofistas viajaron por toda Grecia en búsqueda de nuevos estudiantes con la promesa de aumentar sus habilidades en la capacidad de hablar y persuadir en el espacio público. De esta manera se lograba ser más influyente teniendo como resultado un aumento del poder de la persona. (Cassin, 2008) La promesa del sofista fue la enseñanza de un saber que te permitiría desenvolverte en el ágora y ser aclamado por tus discursos. Esta herramienta fue muy apetecida en la democracia ateniense, donde por primera vez en la historia, los hombres libres pertenecientes a la ciudad podían participar como iguales en el espacio público sin importar la familia de origen o la cantidad de fortuna acumulada. Su prestación de servicios y tipo de enseñanza calzaban de maravilla con la realidad ateniense. Lo principal en su discurso fue la capacidad de persuadir, presentar el bien como una postura y no algo en sí mismo. La conveniencia de un acto en el espacio público dependía si era o no votado en la asamblea. El bien y el mal entonces son algo que la comunidad va gestando de acuerdo a intereses presentes. Un orador entonces podía usar su influencia para inducir procesos, reformas, declarar la guerra, incluso exiliar a otro ciudadano. Todo dependía de su oratoria y los votos obtenidos. Los sofistas fueron maestros de la política, no entendiéndola como un espacio ideal, basada en conceptos a priori como la justicia, tampoco imaginaban al ciudadano ideal
Veían la política como un campo de batalla, un espacio entre iguales donde las personas dependiendo de su poder podían lograr su cometido. Lo interesante, que este poder no radicaba en las armas o en la riqueza, radicaba en la capacidad de lenguaje. Un orador podía persuadir a su auditorio con un poema, un acto dramático o un discurso racional. El objetivo último era que su manera de ver el mundo fuera la imperante y aceptada por la comunidad. Los sofistas no tenían una clara visión moral del mundo, simplemente se dedicaron a la enseñanza de la retórica con el objetivo de preparar personas para el debate público. (Cassin, 1986)
Ahora bien, ¿Por qué Platón criticaría a personajes como los sofistas? Pienso que Platón tenia la misma intención que cualquier cliente de un maestro de retórica, que la comunidad viera el mundo bajo los valores que pregona. Pero existe una gran diferencia entre él y los sofistas. Platón presenta su visión del mundo de manera dogmática y que su discurso es lo verdadero. Mientras que los sofistas son honestos y declaraban: “Yo te enseñaré a persuadir para que la comunidad vea el mundo como tú lo ves”. La diferencia principal reside en que Platón ve sus ideas como verdad y los sofistas como posturas.
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