forma
La ousía sensible es, desde el punto de vista de su estructura, un compuesto o concreto, es decir, no algo simple, sino constituido por dos factores o principios, que Aristóteles llama materia y forma. Estos nunca se dan por separado, sino sólo constituyendo al individuo, por ejemplo, esta mesa, en que se encuentra la materia -madera- y la forma “mesa”; y sólo del compuesto se dice que es substancia o ousía primera. Así se lee en la Metafísica:
En cierto sentido es substancia la materia (en tanto el substrato sobre el que se realizará la forma)…,en otro la forma (que entonces llamará Aristóteles substancia segunda), y en tercer lugar el compuesto de estos dos, lo único que esta sometido a la generación y a la corrupción, y que existe separadamente de modo absoluto.
La materia es aquello “de qué”, dice Aristóteles; esto es, aquello de lo cual algo está hecho, su “material”. Para saber cual es la materia de una cosa, hay que preguntar ¿de qué esta hecha?. La materia es lo indeterminado, lo pasivo, el contenido o material de algo, aquello “de qué” este algo está constituido; y su determinación no la tiene de por sí, sino que la recibe de la forma. Porque la forma es el “qué” de la cosa, y por ello, para saber cual es la forma de algo, hay que preguntar ¿qué es esto?. Forma, entonces, no significa la “figura” de algo sino que “forma” equivale a “esencia”, y corresponde a la “idea” platónica. La forma, pues, es lo determinante, lo activo, lo que da “carácter”, por así decirlo, a la cosa.
La forma in-forma -es decir, le imprime una forma- a la materia, que de por sí es informe, indeterminada, y de este modo la hace “ser” lo que en cada caso es.
De lo anterior comprendemos que a lo que Aristóteles llama “materia” no tiene nada que ver con con la “materia” del materialismo. Y ello no sólo porque Aristóteles  no es materialista, sino ya por una razón, digamos, puramente terminológica.
Podría decirse, entonces, que el término aristotélico de “materia” equivale, hasta cierto punto, al de “contenido”, que no tiene por qué ser nada “material” en el sentido del materialismo. Entendido de este modo, el espacio puro, geométrico, la pura extensión enteramente vacía de cualquier cosa material, es para Aristóteles “materia”.
Así como Platón había enseñado que la verdadera realidad, y lo propiamente cognoscible, se encontraba en las ideas, Aristóteles señala que lo determinante, en definitiva, lo que la cosa es, lo real, reside en la forma; y es ésta, no la materia, lo propiamente cognoscible en la cosa: se conoce algo cuando se capta su forma, operación que no realizan los sentidos, sino el intelecto.
Para Aristóteles las formas son inmanentes a las cosas sensibles; materia y forma coexisten en este mundo sensible como dos aspectos inseparables de una sola realidad.
Todo lo que hasta ahora se ha dicho, en efecto, se refiere a las cosas sensibles consideradas estáticas, encarando la materia y la forma en estado de equilibrio, por así decir, pero ocurre que todas las cosas sensibles devienen, cambian, se mueven, y por tanto el análisis de la cosa que distingue en ella nada más que forma y materia nos dice de la cosa menos de lo que en realidad ésta es.
Considerada la cosa en su movimiento, se observara que el equilibrio entre forma y materia es inestable, de manera tal que, o bien se da una preponderancia creciente de la forma sobre la materia, o bien , a la inversa, de la materia sobre la forma. Pues bien, para pensar este dinamismo o desarrollo, Aristóteles introduce dos nuevos conceptos: POTENCIA y ACTO.
La potencia es la materia considerada dinamícamente, esto es, en sus posibilidades; en este sentido puede decirse, por ejemplo, que el árbol es una mesa, pero no porque lo sea ahora y de hecho, sino porque lo es como posibilidad: en término de Aristóteles, el árbol es mesa en potencia. Por otro lado, el acto, es la forma dinámicamente considerada, es decir, la forma realizada, consumada, y, en el caso extremo, en su perfección, en este sentido, el árbol que vemos es árbol en acto. Acto entonces se opone a potencia como realidad se opone a posibilidad. “Actual”, pues, en el lenguaje de Aristóteles, significa “real”, por oposición a “posible” o “potencia”.