Henry Wadsworth Longfellow fue un poeta estadounidense que escribió trabajos que aún hoy siguen gozando de fama popular, entre los que están The Song of Hiawatha, Paul Revere's Ride y Évangélin
También es de Longfellow esta bellísima composición, llena de viril energía y de aliento.
¡Ah! ¡No! No me digáis con voz doliente
Que la vida es un sueño:
Que el alma muere donde el cuerpo acaba,
Que es nuestro fin incierto.
Polvo que vuelve al polvo es la existencia
Funesta para el cuerpo;
Pero el alma que es luz, en luminosa
Región busca su centro.
Placeres y amarguras no son sólo
De la existencia objeto;
La vida es acción viva, afán perenne...
La vida es lucha, es duelo.
La obra del hombre es lenta: el tiempo huye
Rápido como el viento;
Y el corazón la marcha del combate
Sigue siempre batiendo.
¡Alerta! En la batalla de la vida
Reposar un momento
Es torpe cobardía: la victoria
Es hija del esfuerzo.
Da un adiós al pasado, y del mañana
No busques los destellos;
Pon la esperanza en Dios, mira el presente,
Y lucha con denuedo.
La historia nos lo dice: la constancia,
El valor y el talento
Engrandecen al hombre.
¡Fe y audacia!
¡También grandes seremos!
Y más tarde, ¡quién sabe si otro hermano
Al cuál agobie el peso
Del infortunio, revivir se sienta
Siguiendo nuestro ejemplo!
Trabaja es luchar.
¡A la obra, a la obra,
Sin desmayar, obreros!
Grabemos esta máxima en el alma:
Trabajar... y esperemos.
¡Ah! ¡No! No me digáis con voz doliente
Que la vida es un sueño:
Que el alma muere donde el cuerpo acaba,
Que es nuestro fin incierto.
Polvo que vuelve al polvo es la existencia
Funesta para el cuerpo;
Pero el alma que es luz, en luminosa
Región busca su centro.
Placeres y amarguras no son sólo
De la existencia objeto;
La vida es acción viva, afán perenne...
La vida es lucha, es duelo.
La obra del hombre es lenta: el tiempo huye
Rápido como el viento;
Y el corazón la marcha del combate
Sigue siempre batiendo.
¡Alerta! En la batalla de la vida
Reposar un momento
Es torpe cobardía: la victoria
Es hija del esfuerzo.
Da un adiós al pasado, y del mañana
No busques los destellos;
Pon la esperanza en Dios, mira el presente,
Y lucha con denuedo.
La historia nos lo dice: la constancia,
El valor y el talento
Engrandecen al hombre.
¡Fe y audacia!
¡También grandes seremos!
Y más tarde, ¡quién sabe si otro hermano
Al cuál agobie el peso
Del infortunio, revivir se sienta
Siguiendo nuestro ejemplo!
Trabaja es luchar.
¡A la obra, a la obra,
Sin desmayar, obreros!
Grabemos esta máxima en el alma:
Trabajar... y esperemos.
Related Poem Content Details
What The Heart Of The Young Man Said To The Psalmist.
Tell me not, in mournful numbers,
Life is but an empty dream!
For the soul is dead that slumbers,
And things are not what they seem.
Life is real! Life is earnest!
And the grave is not its goal;
Dust thou art, to dust returnest,
Was not spoken of the soul.
Not enjoyment, and not sorrow,
Is our destined end or way;
But to act, that each to-morrow
Find us farther than to-day.
Art is long, and Time is fleeting,
And our hearts, though stout and brave,
Still, like muffled drums, are beating
Funeral marches to the grave.
In the world’s broad field of battle,
In the bivouac of Life,
Be not like dumb, driven cattle!
Be a hero in the strife!
Trust no Future, howe’er pleasant!
Let the dead Past bury its dead!
Act,— act in the living Present!
Heart within, and God o’erhead!
Lives of great men all remind us
We can make our lives sublime,
And, departing, leave behind us
Footprints on the sands of time;
Footprints, that perhaps another,
Sailing o’er life’s solemn main,
A forlorn and shipwrecked brother,
Seeing, shall take heart again.
Let us, then, be up and doing,
With a heart for any fate;
Still achieving, still pursuing,
Learn to labor and to wait.
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