Tiresias
En la mitología griega, Tiresias (en griego antiguo, Τειρεσίας) fue un adivino ciego de la ciudad de Tebas; fue uno de los dos adivinos más célebres de la mitología griega: el otro fue Calcas.
Tiresias es un adivino que aparece en todos los fragmentos mitológicos relacionados con Tebas, desde la época de Cadmo hasta la expedición de losEpígonos: fue Tiresias quien aconsejó que se entregara el trono de la ciudad al vencedor de la Esfinge y, más tarde, sus revelaciones conducirán a Edipo a descubrir el misterio que rodeaba su nacimiento y sus involuntarios crímenes. También aparece este adivino en el Canto XI de la Odisea: el héroe Odiseo, con el fin de averiguar las circunstancias en que se desarrollará su regreso a Ítaca, viaja al Hades para consultar a Tiresias.
Tiresias era ciego desde joven. Según las versiones, su ceguera fue causada por la diosa Atenea ―que lo castigó por haberla sorprendido mientras se bañaba― o por la diosa Hera ―tras mediar en una disputa sobre el placer que tenía con Zeus―, aunque en ambos casos le fue concedido en compensación el don de ver el futuro. En la última versión, narrada por el autor latino Ovidio en su obra Las Metamorfosis, Tiresias sorprendió a dos serpientes apareándose, las separó y, a raíz de esto, se convirtió en mujer. Siete años más tarde, Tiresias volvió a ver a las mismas serpientes en las mismas circunstancias, volvió a golpearlas con su bastón para separarlas y al hacerlo, se convirtió nuevamente en varón. Esta experiencia única hizo que Zeus y Hera recurrieran a él como árbitro en una discusión sobre quién experimentaba más placer sexual, si los hombres o las mujeres. Cuando Tiresias afirmó que el hombre experimenta una décima parte del placer que la mujer, Hera, indignada, lo castigó dejándolo ciego. Zeus, sin embargo, le otorgó el don de la profecía y una larga vida.
El significado esencial de la figura de Tiresias reside en su papel de mediador: gracias a sus dotes proféticas, media entre los dioses y los hombres; por su condición andrógina, lo hace entre hombres y mujeres; y por la excepcional duración de su vida, entre los vivos y los muertos.
El personaje reaparece en la literatura europea en su doble carácter de profeta y de andrógino desde el Edipo rey de Sófocles (425 a. C.) hasta nuestros días.
Orígenes del don de la profecía
Tiresias no nació ciego ni adivino, sino que su poder y su ceguera fueron el resultado de sus encuentros con los dioses. Existen diferentes versiones de este mito. Luc Brisson, que lo ha estudiado en profundidad, ha recogido dieciocho alusiones a Tiresias en textos clásicos, y las ha ordenado en tres grupos: el primer grupo, de dos episodios, cuenta el cambio de sexo de Tiresias y su encuentro con Zeus y Hera; el segundo grupo cuenta la ceguera que le causó Atenea; el tercer grupo, casi totalmente perdido, parece haber contado las desgracias de Tiresias.[1]
Tiresias era un sacerdorte de Zeus, y hay varias versiones sobre las causas de su ceguera, siendo la más sencilla la de que había revelado los secretos de los dioses. Algunas versiones alternativas son las siguientes:
El baño de Atenea
Según la versión de Ferécides de Atenas que se encontraba en la Biblioteca del Pseudo-Apolodoro, Tiresias, adolescente, sorprendió a Atenea cuando se bañaba desnuda en la fuente Hipocrene en el Monte Helicón.[2] La diosa, de una castidad absoluta, consideró esta indiscreción de Tiresias como un atentado contra su pudor, y «Atenea le puso entonces las manos sobre los ojos y lo dejó ciego».[3]
La madre de Tiresias, la ninfa Cariclo, que formaba parte del cortejo de Atenea, suplicó a ésta que le devolviera la vista a su hijo. La diosa, puesto que no tenía el poder para deshacer el acto, le concedió otro don: «Ella le purificó las orejas, y esto le permitía comprender perfectamente el lenguaje de los pájaros; después ella le dio un bastón de cornejo, gracias al que caminaba como las gentes que veían».[3] [4] Atenea le concedió igualmente una vida más larga que la del común de los mortales y el poder de guardar sus dones en los infiernos.
Esta misma versión está igualmente presente en la obra de Calímaco y en la deNono de Panópolis.[5] [6]
Las metamorfosis de Tiresias
La segunda versión sobre el origen de los dones de Tiresias aparece principalmente en la obra de Ovidio. Mientras Tiresias paseaba por el bosque en el Monte Cilene, en el Peloponeso, encuentra a dos serpientes que estaban apareándose y separa con un golpe de su bastón.[7] Hera, disgustada, de inmediato lo transforma en mujer. Tiresias permanece con esta apariencia durante siete años y se convierte en sacerdotisa de Hera. Se casa y tiene una hija, Manto, que también heredará el don de la profecía. (Según otras versiones Tiresias mujer fue una prostituta de gran renombre). El octavo año, Tiresias-mujer vuelve a ver de nuevo a las mismas serpientes aparearse. Según unas versiones las dejó tranquilas, según otras (Higino), las volvió a pisotear. Como premio a su comportamiento, Hera le levantó el castigo y le devolvió su masculinidad. Ovidio dice: «Si cuando se os castigó, le dice, vuestro poder es tan grande para cambiar la naturaleza de vuestro enemigo, voy a cambiaros una segunda vez».[8]
En un episodio separado sigue la narración.[9] En una discusión en el Olimpo, Zeus pretendía que en el acto sexual la mujer sentía más placer que el hombre y su esposa Hera pretendía lo contrario. Los dioses decidieron pedir el consejo de Tiresias, que tenía la experiencia de ambos sexos. Tiresias se pone de parte de Zeus, y declara: «De diez partes un hombre solamente goza de una». Hera inmediatamente lo volvió ciego por su impiedad. «... ofendida que no es conveniente para un sujeto ser tan ligero, y condena los ojos de su juzgado a las tinieblas eternas».[8] Zeus no podía ir en contra de la decisión de Hera, pero, para compensar su ceguera, le ofreció el don de la adivinación y una larga vida de siete generaciones humanas.[10]
En la Biblioteca mitológica del Pseudo-Apolodoro, se encuentra un relato parecido que señala como fuente una obra perdida de Hesíodo.[11]
La joven y Apolo
La última versión corresponde ya a la época helenística, en la que el mito había sido muy recreado, ampliándolo al menos en siete episodios, con amores apropiados en cada uno de ellos. La versión fue recogida por el obispo del siglo XII Eustacio de Tesalónica, que trae a colación un relato que él atribuye aSostratos pero que muy posiblemente fuera del alejandrino Ptolomeo Queno.[12] Este relato cuenta que Tiresias habría nacido del sexo femenino y que, como toda joven, suscitó el deseo de Apolo. El dios, a cambio de sus favores, le enseñó música. Cuando creció, Tiresias-mujer rechazó a Apolo. Éste la convirtió entonces en hombre para que sintiera lo que es el deseo, el empuje que propicia Eros. A partir de esta primera metamorfosis y después de haber sido el árbitro de la disputa entre Zeus y Hera sobre la cuestión del placer sexual, Tiresias sufriría no menos de seis cambios de un sexo al otro.
Significado del mito
Con independencia de anécdotas y acontecimientos casuales, la figura mítica de Tiresias combina varios elementos arcaicos: los adivinos ciegos; la interrupción impía de un rito natural (el de una diosa bañándose o el del apareamiento de las serpientes); la relación entre las serpientes y las personas (véase a este respecto el mito del caduceo); la ambigüedad sexual, con la existencia de alguien que tiene a lo largo de su vida los dos sexos; la competición entre deidades.
El trasfondo de Tiresias era importante, tanto por sus profecías como por sus experiencias. Tiresias fue completamente varón y luego completamente hembra: de este modo, el regalo de la profecía era un regalo dado tanto a sacerdotes como a sacerdotisas. Tiresias sirvió tanto a Zeus como a Hera, y por ello obtuvo el don de la profecía. La forma en que tenía sus dotes proféticas variaba mucho según las versiones: a veces, como los oráculos, tenía visiones; otras veces, esperaba y escuchaba el canto de los pájaros; otras, interpretaba las figuras que entreveía en el humo de las ofrendas quemadas.
En la literatura griega, las declaraciones de Tiresias son siempre ciertas, nunca están equivocadas, aunque generalmente, como la mayoría de los oráculos, Tiresias es extremadamente renuente a ofrecer el conjunto de lo que percibe en sus visiones.
Como vidente, Tiresias fue «un título común para los adivinos que atraviesa la historia legendaria griega».[29] A veces, cuando su nombre se asocia a una profecía mítica, se introduce simplemente para proveer una personalidad al ejemplo genérico de un adivino, no porque exista alguna conexión inherente con el mito de Tiresias.
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