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10 tips para la construcción de personajes con profundidad psicológica


  1. No existe tal cosa como la “psicología de los personajes” o propiamente la “psiquis de un personaje”. Los personajes no son personas y, por ende, no poseen ningún aparato psíquico. Lo que el escritor construye no es una realidad perceptible, sino un efecto narrativo que busca conmover a los lectores de un guión y, posteriormente, a los espectadores de una película.
  2. El efecto según el cual los espectadores sienten que están frente a personajes con espesor psicológico nace de contrastes (o de reforzamientos), no de la acumulación de rasgos “psicológicos”. Por eso, el conocimiento de la psicopatología por parte del escritor es necesario, pero no suficiente. De nada sirve que etiquetemos a nuestro personaje con base a cualquier tipología (que digamos que nuestro personaje padece de trastorno de la personalidad esquizoide o de trastorno de la personalidad paranoica), si luego, en nuestra caracterización, nos limitamos a ilustrar los rasgos correspondientes sin dramatizarlos. La “construcción psicológica” de los personajes debe tener como finalidad que los espectadores logren sentir a los personajes, no que los psicólogos espectadores disfruten de una construcción teórica.
  3. La complejidad y la profundidad del efecto que construye la psique de un personaje es, como se dijo, el producto de contrastes: por ejemplo, el contraste entre lo que un personaje desea (tal como lo expresan sus diálogos y lo reafirma su conducta), y lo que este mismo personaje hace, muchas veces en contradicción con lo que el mismo personaje quiere. O el contraste entre lo que el personaje hace y lo que el personaje dice. O el contraste entre lo que el personaje desea y lo que el personaje puede lograr. O entre lo que quiere hacer y lo que debe hacer. La tarea del escritor de guiones es mostrar, mediante acciones dramáticas, cada uno de estos contrastes.
  4. Para que existan contrastes (o reforzamientos) en la construcción de los personajes deben de existir niveles nítidamente construidos: un nivel lo constituye lo que el personaje dice, y otro nivel lo que indican sus palabras, por ejemplo. De la interacción de estos dos niveles, de su reforzamiento o de sus contradicciones, brota el efecto de que el personaje tiene una psique. Por eso, la ironía constituye una buena herramienta para la construcción de los personajes: un diálogo irónico siempre pone al descubierto por lo menos dos niveles: lo que el personaje dice y lo que el personaje quiere decir con lo que dice. Por eso, también, el silencio o la omisión en los diálogos pueden tener tanta potencia dramática. Porque el contraste entre lo que el personaje quiere decir y lo que calla, construye una contradicción similar a la que solemos vivir los humanos, que siempre estamos diciendo cosas para ocultar lo que sentimos.
  5. En los personajes que no tienen contradicciones, el reforzamiento de rasgos es un recurso para la construcción de la psique. Dicho reforzamiento también requiere de niveles: un personaje que no tiene conflictos internos puede lucir profundo y verosímil en la medida en que sepamos construir los diversos niveles que entran en concierto: sabemos, por ejemplo, que el personaje tiene una finalidad, que puede alcanzarla y que hará todo lo posible por alcanzarla y la exposición de esa fuerza triplicada nos habla del empecinamiento, de la resolución, de la profundidad de una obsesión y henos aquí que hemos construido un buen villano.
  6. La “lucidez” de los personajes referida a la psicología (sobre todo a su propia realidad psicológica), puede ser una enemiga devastadora de la verosimilitud psicológica. No hay nada peor que un personaje que se autoanalice, que conozca y exponga sus móviles psíquicos, o sus contradicciones emocionales,que diserte en torno a su propio complejo de Edipo. No hay nada más artificial que un personaje que se “dé cuenta” de angustia que lo aqueja, y que exponga su descubrimiento con parrafadas psicologizantes. El efecto de que el personaje tiene “profundidad psicológica” nace, a menudo, de la construcción de un desconocimiento: el personaje quiere, pero no sabe que lo quiere, o no sabe por qué quiereaquello que desea con tanta vehemencia. O el personaje desea algo con toda su alma, pero no puede alcanzarlo, y no logra saber de dónde proviene su impotencia. O el personaje ni siquiera sabe lo que quiere, pero actúairrestrictamente en pos de obtener lo que sus impulsos demandan.
  7. Otro terreno fértil para la construcción de efectos psicológicos es el de las interacciones entre diferentes personajes. De ahí que las mejores escenas con contenido “psicológico” sean las que exponen dramáticamente tanto los propósitos patentes, como las intenciones encubiertas de los personajes que intervienen en la escena. Una buena escena de tal tipo suele ser una batalla, en la que un nivel es lo que se dice y otro nivel lo que se quiere decir, en la que los diálogos sólo constituye la superficie de lo que pasa entre los personajes. Por eso los buenos diálogos dramáticos son un asunto de pragmática: cuentan en ellos no sólo lo que se dice, sino, sobre todo, la intención de lo que se dice. Corolario: el escritor debe tener claro, no sólo lo que dicen sus personajes, sino lo que buscan con lo que dicen, que muchas veces es bastante diferente de lo que dichos personajes manifiestan, de lo que ocultan sus palabras.
  8. Una buena herramienta para la construcción de la psique de los personajes es el llamadoTriángulo Dramático de Karpman, a través de ella podemos comprender que los personajes construyen su psiquismo, a partir de roles. O, en otras palabras, que el dinamismo psicológico de los personajes, como el de las personas que somos en la vida real, se expresa a través de ciertos juegos que repetimos hasta el cansancio: que jugamos a ser víctimas, para tener el privilegio de convertirnos en perseguidores, o que nos encanta perseguir a los demás, para alcanzar la prerrogativa de transformarnos en sus salvadores. Que este continuo cambio de papeles, que en la vida real le da desahogo a nuestra libido, en el drama es espejo de nuestras mínimas gestas psicológicas cotidianas. Y que invariablemente nos identificamos con esos juegos, en sus instancias más tontas, o en sus más perversas ocurrencias. Otra herramienta para la construcción de personajes con “espesor psicológico” son los llamados impulsores, debidos a Taibi Kahler. El instrumento enseña que nuestras conductas (y la de los personajes), suelen estar guiadas por mensajes parentales de los que apenas nos percatamos: intentamos ser fuertes, o perfectos o siempre complacientes, y todas nuestras acciones resultan dirigidas a satisfacer impulsos como los mencionados. Lo mismo ocurre con los personajes: la coherencia “psicológica” del personaje suele surgir de la búsqueda de un objetivo omnipresente, a menudo “inconsciente”, que el personaje necesita alcanzar, de una pulsión que el personaje requiere satisfacer. En otras palabras, hay que saber qué es lo que nuestros personajes quieren demostrarse a sí mismos y, partiendo de allí, diseñar sus acciones.
  9. El conocimiento de los mecanismos de defensaes una herramienta de peso: eso que hacemos todos los días para negar lo que sentimos o para echarle la culpa a los demás. La dinámica misma de los personajes con espesor psicológico está regida por conductas que nos son familiares y que se explican en virtud de estos mecanismos: de dichos mecanismos están tejidos los diálogos creíbles y de ellos se nutren las escenas con profundidad psicológica.
  10.  Los personajes con “profundidad psicológica”, por último —como todo en este oficio— nacen de la buena escritura, es decir, de aquella que emerge de la feliz conjunción de conocimiento e intuición, de cabeza y corazón, de pensamiento y sentimiento. Los personajes que nos conmueven, mueven (y remueven) nuestros propios condicionamientos psicológicos, nos hacen huir u obedecer nuestras fantasías inconscientes,provocan el despertar de nuestros fantasmas. Por eso, no hay mejor indicador de que estamos dando a luz un personaje con emocionalidad y profundidad psicológica, que sentir que nosotros mismos nos defendemos y nos conmovemos, que al escribir ocultamos, que nos engañamos a nosotros mismos, que idealizamos, que somos víctimas de nuestras contradicciones y nuestros reforzamientos, como si nosotros mismos fuéramos nuestros personajes.

Elaborado por Oscar Perez

Arquitecto especialista en gestion de proyectos si necesitas desarrollar algun proyecto arquitectonico en Bogota contacteme en el 3196955606 o visita mi pagina en www.arquitectobogota.tk

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