Frases efraim medina
“Me aburren los libros de Fernando Vallejo y su actitud de mariquita vieja, loca y amargada. Me aburre Germán Espinosa. R.H. es historia y Héctor Abad no pasa de ser una tía que escribe novelas para tías”.
A la soledad y el olvido de siempre se había agregado el terror.
Sólo tú sabes la naturaleza de tus actos, a mí me queda la distancia y el hueco entre dos líneas anaranjadas.
Cuando se vive en la mierda es difícil captar las diferencias. Uno se acostumbra rápido a los olores y los pierde y con ellos se va cierta conciencia y cierta dignidad.
Como en cualquier ciudad sobraban los poetas y faltaban buenas putas.
Duele mucho cuanto te parten el corazón, es como si te arrancaran el alma por la boca.
Como te dije alguna vez los hijos de la luz son más crueles y ahora ya sabrás que tipo de secuelas deja una vida sometida a otros.
Decirte que no espero que te pudras sería mentir y ya no hace falta porque el amor acabó y el vacío no requiere engaños.
Los fríos muros que me separan del sujeto que a veces imagino ser y que quizá nunca seré pero aproximarme a él, línea tras línea, me basta.
Mi propia vida no creo que le interese a nadie (salvo a las pocas personas, vivas y muertas, que son parte y sangre y nombre y asunto mío).
Yo sigo girando con los ojos cerrados, obedeciendo la llamada del fuego, viviendo sobre el filo y con la certeza que nadie sabe lo que pierde hasta que lo tiene (es una digresión que tú sabrás entender, creo).
Sé que tarde o temprano todos tenemos que decir adiós y que eso es lo que hace que las abejas zumben y los pájaros canten, hace que los pájaros rían.
Debí saber que a tu sombra nada veraz crecería pero ya ves, no era el tipo duro que soñé ser
Y yo seguiré destrozando bares, seduciendo tipas de cualquier calaña, bebiendo hasta caer; seguiré siendo la perfecta coartada de tu marido
Soy el enemigo del planeta verde, el señor incendio, tu amante pérfido. Soy el dios que falló.
(El automóvil en el fondo del patio se desgasta, las ratas devoran su corazón)
No te aferres a nada que no puedas abandonar en 5 segundos.
Supongo que cada minuto tiene su propia explicación y que esto no es deliberado.
No sé cuánto podré esperar porque el tiempo mío también cuenta; sé que los corazones giran, que a veces todo se complica en la mente: la mente es capaz de crear sus propios enigmas con la sola intención de atormentarse.
En esta clase de momentos detesto escuchar mi instinto. Preferiría ser nadie en relación conmigo, quizá un duende sereno que observa como dos obreros despedazan su mundo. ¿Para qué un portazo cuando basta con decir adiós? .
Supongo que todo tiene una explicación pero éstas sólo se bastan a sí mismas;
Nunca me importó demasiado lo que decía en mis libros, lo importante para mí era cómo decirlo. Las ideas han vagado por la historia del mundo, las ideas son frías y repetidas como noches en Alaska.
No quería acumular ideas ni inventar una religión, quería expresar códigos estéticos porque era el lenguaje con que había crecido.
de putas inalcanzables que se casaban con políticos y reinas de belleza que adornaban el mercedes benz de algún mafioso, de sueños con Sharon Stone, sueños de mestizo al límite, de mestizos viendo mundos fragantes en la tele para luego dormir en la mierda.
En aquella buhardilla tuve la misma sensación de ahora, es como sentirse justo y apropiado, como entrar a la fiesta correcta y entrarle a la chica de la barra con la frase que espera.
Silvana se fue y siguen cientos de nombres pero Silvana se queda.
Los poetas cojonudos sólo hablan consigo mismo, jamás entran al baño ni escriben cartas lloronas, y ella creyó que era uno.
es la distancia alejándose por un largo pasillo en silla de ruedas, son los estrechos pasadizos de nuestra conciencia, la confianza puesta en otros.
Odio la gente que confía en mí: cuando confías en alguien marcas un límite, esa confianza es una gruesa pared que se supone no debes derribar pero nada es más tentador; es como un pastel dominguero en la mesa de un orfanato, como una chica desnuda en el camerino de un boxeador, como un billete de cien dólares a la salida del cinema. Cuando confías en alguien despiertas su diablillo trasgresor.
Poner condiciones me asquea, sobre todo aquella de sin condiciones.
En una ciudad uno tiene que moverse, no importa lo que haga, tiene que moverse. Es posible tumbarse dieciséis horas a consentir la pena pero luego hay que volver a empezar.
Hay dos tipos de ausencia /En una el ausente no regresa / En la otra el ausente no parte / Una está atravesada de sol / La otra empaña el cristal y seca el pasto ya seco / Una convierte el ruido en aventura / La otra es un largo domingo sin revistas.
Miré a lo lejos aquella ciudad; sus edificios y árboles, sus balas invisibles pero eficaces. Y es lo que me gusta más, Bogotá mantiene mis sentidos despiertos y así aprecio mejor cada segundo.
El amor y la ciudad son igual de peligrosos pero agudizan los sentidos y la vida entra por ellos a borbotones.
Miré a Marta y luego las luces de la ciudad. No, no estaba a salvo, el zumbido de algo inventado por el miedo llegaba a través del vidrio. Lo que no existe también es implacable.
Lo importante para una ciudad es la gente que se queda, los colonos que desafiando la violencia siguen echando raíces y los indígenas que aún vestidos de Nike y Hilfiger discuten en su lengua y tratan de salvaguardar sus tradiciones
Pasar de eso al inmamable sonsonete de Los Diablitos y otros esperpentos por el estilo debe causar daños irreparables en la mente de un niño y de toda una cultura.
Y es esa miseria lo que más odio, porque la he padecido en carne propia junto al racismo y demás taras de una sociedad donde la esclavitud apenas se disfraza de "muchacha del servicio" o "el que hace los mandados".
Me considero un mediocre, lo que sucede es que el resto de escritores son tan malos que un mediocre como yo los supera con facilidad. Mi sobrina de cuatro años ya escribe mejor que cualquiera de esos macacos.
Cuando un maldito Estado le manda recibos a sus habitantes dividiéndolos en estratos simplemente les está diciendo que una parte de los habitantes son física mierda, otros mierda mezclada, otros mierda prensada y que existe un pequeño porcentaje de la población que es mierda brillante.
Los colombianos detestamos la crítica y carecemos de autocrítica, tenemos unos niveles de resignación que superan los de cualquier parásito intestinal
Creemos que Shakira y Juanes son artistas y que la momia de García Márquez es el mejor escritor del mundo (como si existiera un campeonato mundial de escritores).
Es curioso que el inagotable ingenio y sentido común colombiano haya reducido todas las posibilidades culinarias que nuestra cacareada biodiversidad podría permitirnos a algo tan infame como el sancocho. Nuestro flamante plato nacional consiste en llenar una olla de agua, ponerla a hervir y arrojar dentro todo lo que encontremos en el camino sin el menor criterio. Yuca, ñame plátano, papa... Todas las harinas mezcladas para que nuestro hígado entienda que no le daremos tregua. Carne de cerdo, pavo, pollo, res... Toneladas de colesterol para que nuestras arterias se tapen y nuestro corazón aprenda a ser macho. El sancocho es el símbolo de nuestra creatividad y poder de síntesis.
En varias entrevistas he dicho que soy el sujeto que inventó la máquina de sumar ceros; es un artefacto muy útil para las noches de insomnio y los suicidios invisibles. El mecanismo que hace funcionar la máquina es muy simple, basta cargarlo con una pinta de whisky y canciones de Tom Waits. Supongo que para quienes nunca han tenido que sumar ceros la sola idea de esta máquina resulte absurda; también cultivar naranjas en Marte o estudiar el sexo de las lombrices ha estado en mis planes.
Una salvaje necesidad de expresar lo absurdo e inapropiado que me he sentido siempre es la razón por la que escribo y si recurro esta vez a los poemas es porque para los asuntos más jodidos la prosa no basta.
Cuando tienes que pagar recibos o quieres comprarle un bonito vestido a tu mujer unos cuantos billetes no caen mal; el resto es la demencia cotidiana, el largo y oscuro túnel sin luz al fondo del que nadie podrá salvarte.
Vender es el camino más corto a la excelencia y ya sabemos cuántos cretinos venden toneladas de basura y cuántos otros la devoran.
Leyendo a William Blake aprendí que los poemas son algo tan común como las canciones y que una vida sin canciones y sexo oral resulta muy aburrida.
leer un poema toma menos tiempo que celebrar un gol y es igual de refrescante para el alma.
Aunque la eficacia de un Ferrari o un anillo de diamantes no se discute, el poema sigue siendo un método barato y aconsejable cuando el objetivo es una rubia tetona.
Los poemas no evitan guerras ni curan la gripe pero ayudan a soportarlas. Un jodido buen poema te afina las ideas, mejora tu percepción de la realidad, saca la mugre de tus orejas, te da estilo.
como la máquina de sumar ceros, todo lo que digo y a lo que me aferro pertenece al vacío
los adultos que nos precedieron han dejado una realidad estúpida y precaria y solo en una actitud roquera encontramos algún consuelo y migajas de rebeldía.
Preferiría ser nadie en relación
conmigo, quizá un duende sereno que observa como dos obreros despedazan su
mundo.
Supongo que todo tiene una
explicación pero éstas sólo se bastan a sí mismas; lo que eterniza este
instante no podrá rebasarse,
Hay mas lucidez
en un pabellón siquiátrico, en el mismo infierno.
Su sentido del
humor es tan eficaz como el pataleo de una tortuga en agua hirviendo.
No es mala persona , no tiene la culpa de ser escaso, un pedazo de
basura genética vacia y sonriente.
Y si la razón
fuera de ellos, si los mutantes fueramos toba y yo, seria una pena que ganaran?
No quería que ella fuera feliz en
absoluto,La gente feliz no le era confiable y el quería confiar en Nancy.
Las ideas han vagado por la historia
del mundo, las ideas son frías y repetidas como noches en Alaska.
El amor y la ciudad son igual de
peligrosos pero agudizan los sentidos y la vida entra por ellos a borbotones.
Miré a Marta y luego las luces de la
ciudad. No, no estaba a salvo, el zumbido de algo inventado por el miedo
llegaba a través del vidrio. Lo que no existe también es implacable.
En una ciudad
uno tiene que moverse, no importa lo que haga, tiene que moverse.
Poner condiciones me asquea, sobre
todo aquella de sin condiciones. Poner condiciones me asquea, sobre todo
aquella de sin condiciones.
Los poetas cojonudos sólo hablan
consigo mismo, jamás entran al baño ni escriben cartas lloronas.
Cuando confías en alguien despiertas
su diablillo trasgresor. Confiar es sucio, es decirle al otro: no puedes
traicionarme porque moriré.
Odio la gente que confía en mí:
cuando confías en alguien marcas un límite, esa confianza es una gruesa pared
que se supone no debes derribar pero nada es más tentador;
quería expresar códigos estéticos
porque era el lenguaje con que había crecido.
En aquella buhardilla tuve la misma
sensación de ahora, es como sentirse justo y apropiado, como entrar a la fiesta
correcta y entrarle a la chica de la barra con la frase que espera.
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