La envidia y sus Cuatro Medicinas
La Segunda Noble Verdad dejada por el Buda menciona que la raíz del sufrimiento son los apegos.
Estos vienen en distintas formas como caprichos o aversiones y cuando no se saben manejar, nos pueden llevar a desarrollar comportamientos destructivos hacia los demás. Esto se traduce en aun más sufrimiento para nosotros mismos.
Sin duda alguna, la envidia cabe en esta lista de actos poco amables.
Cuando no podemos controlar el deseo y dejamos que este se apodere de nosotros, es muy fácil odiar a quien ha logrado lo que no hemos podido. Esto actúa como una toxina en la mente, porque la envidia es un derivado del veneno más poderoso: la ignorancia.
Mirando con los ojos de la envidia nos parece insoportable que a otros les vaya bien en la vida; y deseamos tener lo que ellos.
Los envidiosos son personas muy infelices y atacan con saña.
Si has sido víctima de un envidioso o una envidiosa y no sabes qué hacer, te comparto esta serie de acciones que me han sido útiles en estos casos.
1. Ser generosos
El antídoto contra la envidia es la generosidad. Uno de los síntomas de la envidia es cuando nos inventan rumores que nos afectan (chismes, en español mexicano). Si te han puesto apodos y hablan a tus espaldas, poco a poco y siendo tú mismo, ve lavando estas creencias. Platica con los involucrados, sonríe y ayuda a todos los que puedas. Enséñales un poco de lo que sabes.
Ser generoso siempre suaviza las relaciones personales y la gente se dará cuenta de quién eres.
CUIDADO: Esto no significa que dejemos que los demás tomen ventaja.
2. Vivir la vida
Siendo crudos y honestos, cuando alguien siente envidia por nosotros, está siendo víctima de sus propios autoengaños. Es decir, es el envidioso el responsable de su propia infelicidad.
Así que vivir nuestra vida como siempre, es lo mejor. Toma acciones que afecten tu propia vida, sin dañar a nadie.
3. Meditar
Siéntate en algún lugar tranquilo, respira y enfócate en ver cómo flotan los pensamientos. Esto te dará entereza y fuerza para seguir adelante.
4. Paciencia
Roma no se construyó en un día, y las relaciones interpersonales pueden ser igual de lentas y complejas. Cuando enfrentamos a personas adversas sólo podemos respirar profundamente, no engancharnos en sus ataques y poco a poco las cosas regresarán a su cauce natural.
Esta cultura nos ha enseñado a luchar todo el tiempo. Y creo que no está nada mal. Sólo hay que ser inteligentes para no causar más fricciones que soluciones.
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