Coches con historia: el último De Lorean DMC-12 chapado en oro
El DMC-12 de oro no era el capricho de un jeque árabe ni de un millonario ruso (aunque un ruso tenga mucho que ver con la historia de este coche), sino que era parte de una promoción entre De Lorean Motor Company y American Express que planeó vender cien automóviles chapados en oro de 24k por 85.000 dólares cada uno, a los poseedores de la tarjeta “oro” que quisieran comprarse un De Lorean muy exclusivo. El final del último De Lorean, uno de estos modelos de oro, no fue tan opulento como muchos pensaban.
Pero antes os contaré como se llegó a los dos De Lorean de oro construídos. Naturalmente que John DeLorean no pensaba ni por asomo construir estos coches chapados en oro, envuelto en medio de acusaciones de tráfico de drogas que pendían sobre su cabeza; finalmente, en octubre de 1982, las autoridades norteamericanas lo arrestaron, por lo que comenzó el principio del fin de De Lorean. El mentor de estos coches deportivos de aluminio, todavía pudo ser declarado inocente de las acusaciones, pero su compañía ya no fue la misma de antes.
Por aquellos días un inmigrante ruso, llamado Sol A. Shenk, llegaba a EEUU con la idea de establecerse comercialmente en ese país. Después de abrir tiendas de venta de partes de coche usadas, abrió lo que se convertiría en una cadena de tiendas dedicadas a vender artículos para el hogar. A Shenk cada día le iba mejor en los negocios, así que apenas enterado del cierre de De Lorean Motor Company, se decidió a comprar la línea de producción, repuestos y coches que todavía estaban en proceso de construcción.
Después de una complicada operación de importación de toda la fabricación de los De Lorean de Irlanda a EEUU, Shenk se puso a vender los últimos 100 coches terminados. Pero grande fue su sorpresa que entre los contenedores de piezas encontró partes chapadas en oro para armar la primera serie de los De Lorean de oro, que John De Lorean había pactado con American Express.
Sol A. Shenk alcanzó a fabricar dos DMC-12 de oro. Uno fue comprado por un banquero y puesto en exhibición durante 20 años para ser luego cedido a un museo en EEUU. El otro, el último De Lorean construido, fue puesto en una rifa entre los clientes de las tiendas Big Lots, propiedad de Sol A. Shenk.
Uno de sus clientes, Bette Welch, tuvo la suerte de ganarse el coche en la rifa. Pero hábilmente no lo usó ni lo vendió, sino que simplemente lo guardó en el garage de su casa. El coche ha estado guardado desde 1983 y ahora se vende por 250.000 dólares, con sólo 636 millas en el contador y sus asientos de cuero sin usar.
Un final que no ha sido el fin esperado para un coche cubierto de oro, pero que al menos se ha salvado de ir a parar a un museo oser destrozado en busca del precioso metal que lo recubre. Por suerte se ha podido salvar gracias a cierta “visión de futuro” de sus últimos dueños (especulación o habilidad comercial, llámalo como quieras). Seguramente ya habrá varios interesados en el coche, por lo que el final del último De Lorean fabricado no ha sido del todo malo.
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