Cher Ami, la paloma heroica
Si se nos preguntara quiénes fueron los héroes vencedores de la Primera Guerra Mundial, saldrían nombres como los de Thomas W. Wilson, el presidente de Estados Unidos en aquellos tiempos, David Lloyd George, el primer ministro británico por aquel entonces y Georges Clemenceau, el primer ministro francés de esa época, entre otros. Sin embargo, no todos los héroes de aquella guerra fueron humanos.
Palomas mensajeras de guerra
Hubo al menos uno del reino animal que, si bien no firmó el Tratado de Versalles, sí recibió Condecoraciones de Honor. Se trató de Cher Ami, la paloma heroica que salvó unas ciento noventa y cuatro vidas por hacer llegar un mensaje justo a tiempo.
Cher Ami, que significa “querido amigo” en francés, fue una paloma mensajera del Ejército de los Estados Unidos. Esta ave ayudó a rescatar a unos cuantos soldados del batallón de la 77a división de aquel país en la batalla de Argonne, en Francia en octubre de 1918. Luego de un enfrentamiento en los bosques de Argonne, de los quinientos cincuenta y cuatro soldados habían quedado ciento noventa y cuatro, y, para colmo, habían quedado rodeados por los alemanes.
El mayor Whittlesey, quien dirigía ese batallón, había empezado a enviar palomas con mensajes a sus aliados estadounidenses para informar de su grave situación. Cher Ami era la última que le quedaba. A las otras, las habían matado los alemanes. El refuerzo del ejército estadounidense llegó finalmente a la zona donde se encontraba “el batallón perdido”, pero como no sabían exactamente dónde se encontraba ubicado, dispararon contra ellos. Entonces Whittlessey decidió enviar su última paloma con su último mensaje, que decía lo siguiente: “nos encontramos en el camino paralelo al 276.4. Nuestra propia artillería dirige su bombardeo exactamente hacia donde nos encontramos. Por el amor de Dios, deténganse”.
Ése fue el mensaje que le tocó llevar a Cher Ami. Voló a una gran velocidad por encima de una lluvia de balas disparadas por las filas alemanas y, si bien los enemigos la hirieron gravemente, ella volvió a levantar vuelo y recorrió 40 kilómetros para llegar a destino y lograr su cometido. Eso le costó la pérdida de un ojo, una herida grave en el pecho y la pérdida casi total de una pata, que el cuerpo médico luego reemplazó con una patita de madera tallada. Pero, de esa forma, salvó a casi doscientos soldados de la muerte y se convirtió en uno de los grandes vencedores de la guerra.
Cher Ami
Figuró en la tapa de los diarios estadounidenses más importantes de la época y el gobierno francés la condecoró con la medalla Croix de guerre (Cruz de guerra), junto con el Oak Leaf Cluster (Racimo de hojas de roble), un símbolo militar estadounidense, por parte del gobierno de ése país, por su gran coraje y valentía. Luego de su recuperación, Cher Ami fue trasladada de regreso a los Estados Unidos, donde murió un 13 de junio de 1919 en Fort Monmouth, New Jersey a causa de las ya mencionadas heridas de guerra. En 1931, pasó a formar parte del Racing Pidgeon Hall of Fame (el Salón de la fama de las palomas de carreras). En la actualidad, se encuentra exhibida en el National Museum of American History (Museo Nacional de la Historia de Estados Unidos) para quien quiera conocerla.
En distintas fuentes bibliográficas, se presenta a Cher Ami como un palomo macho, aunque luego se demostró que se trataba de una hembra. Por eso, la mencionamos en femenino. Pero quizás, tal vez, eso no sea importante. Lo destacable de Cher Ami fue su grandeza y valentía.
La paloma mensajera es una subespecie de paloma bravía, a la que se entrena para que regrese a su hogar desde largas distancias, llevando un mensaje dentro de un tubo que se le coloca en la pata. El mensaje se llama columbograma. Se diferencia de otras palomas por su gran rapidez de vuelo, su viveza, su plumaje abundante y brillante, su cuello erguido, su cola siempre plegada y su resistencia a la fatiga, entre otras características. Antes de la llegada de las nuevas tecnologías de comunicación y, sobre todo, en escenarios de guerra, se utilizaban a menudo este tipo de palomas como medio de comunicación a distancia.
Y, tal vez, lo que debamos aprender de este “querido amigo” (o querida amiga) es que no hay que darse por vencido jamás y siempre es preciso seguir adelante. Si nos caemos, nos levantamos… volvemos a “expandir nuestras alas y a remontar el vuelo”.
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