Gregg Toland, el genio de la profundidad de campo
Recordamos a uno de los directores de fotografía más legendarios e influyentes que ha tenido el cine.
Gregg Toland convirtió la luz en un instrumento dramático en sí mismo. Cuando iluminaba el rostro de un actor no lo hacía buscando la estética sino una mayor profundidad emocional. La cámara, decía Toland, debe captar los sentimientos sin necesidad del diálogo. Era también un experimentador nato, siempre dispuesto a idear nuevos trucos que potenciasen las posibilidades de la luz y de los movimientos de cámara. Su gran especialidad era la profundidad de campo e inventó técnicas que permitían mantener a la vez enfocada una zona próxima y otra lejana.
Toland fue el director de fotografía favorito de realizadores como William Wyler o Howard Hawks. Con John Ford trabajó en dos de sus películas: “Las uvas de la ira” y “Hombres intrépidos”. En ésta última el director quedó tan admirado de su fotografía que lo incluyó junto al él en los créditos de la película, algo que no se había hecho nunca antes. Hasta entonces el nombre del director de fotografía aparecía junto al del resto de los técnicos. Nadie con excepción del director de la película, las estrellas o el productor veía aparecer su nombre por separado en la ficha técnica. Esta circunstancia volvería a repetirse al año siguiente en la película que acabaría siendo la obra maestra de Toland: “Ciudadano Kane”.
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