Kierkegaard: Estadios de la existencia
Para Kierkegaard hay tres esferas de la existencia: la estética, la ética y la religiosa. A estas tres etapas corresponden dos confines: la ironía es el confín entre lo estético y lo ético; el humor es el confín entre lo ético y lo religioso.
Estadio Estético.
Lo estético engloba el contenido del primer estadio de la existencia que se expresa por medio de la inmediatez, la comprensión finita, la ironía sin interioridad. Parte de un estado de inocencia o ignorancia original.
Los representantes mayores de este estadio son Don Juan, Fausto y El Judío Errante. Ilustrativo de este estadio es el ensayo estético en le cual analiza el Don Juan de Mozart, otorgándole a su autor un lugar privilegiado entre los hombre inmortales “cuyos nombres y obras nunca serán olvidados, porque los recuerda la eternidad”…. “aquella eternidad que no está fuera del tiempo, sino dentro de la misma temporalidad” … Además de la sensualidad y el erotismo, el deseo, la pena y el dolor, son los datos sensibles del sujeto perteneciente a este estadio. “… el deseo … no logra atraer del todo su objeto, y no porque éste sea infinito, sino porque el deseo es incapaz de convertir esa infinitud en objeto propio”.
Los representantes mayores de este estadio son Don Juan, Fausto y El Judío Errante. Ilustrativo de este estadio es el ensayo estético en le cual analiza el Don Juan de Mozart, otorgándole a su autor un lugar privilegiado entre los hombre inmortales “cuyos nombres y obras nunca serán olvidados, porque los recuerda la eternidad”…. “aquella eternidad que no está fuera del tiempo, sino dentro de la misma temporalidad” … Además de la sensualidad y el erotismo, el deseo, la pena y el dolor, son los datos sensibles del sujeto perteneciente a este estadio. “… el deseo … no logra atraer del todo su objeto, y no porque éste sea infinito, sino porque el deseo es incapaz de convertir esa infinitud en objeto propio”.
Desesperación:El esteta vive en el instante . Por ello su existencia lo conduce hacia la desesperación. La desesperación es el estado propio de quien ya no espera nada pero no sabe otra cosa que esperar. La desesperación es el camino para llegar al estadio ético. Por eso Kierkegaard aconseja a quien desespera: “Elige la desesperación. La desesperación misma es una elección, ya que se puede dudar sin elegir, pero no se puede desesperar sin elegir. Desesperándose uno se elige de nuevo, se elige a sí mismo, no en la propia inmediatez, como individuo accidental, sino que se elige a sí mismo en la propia validez eterna.”
Estadio Ético.
Mientras que el héroe trágico puede encontrar ayuda en la ética como bien general, el caballero de la fe, se encuentra solo frente a la ejecución de su acto y a la arbitrariedad de Dios. Sólo le queda la obediencia irracional y no podrá hablar del mandato dado que no podrá dar más razón que la razón de su propia fe.
Angustia: “La angustia es el vértigo de la libertad, un vértigo que surge cuando la libertad echa la vista hacia abajo por los derroteros de su propia posibilidad, aferrándose a la finitud para sostenerse. En ese vértigo la libertad cae desmayada y cuando se incorpora de nuevo ve que es culpable.”
El hombre ético teme hacerse culpable, ya que la culpa es lo contrario de la libertad. Pero, al mirar el futuro, ve a la culpa como una posibilidad, y se angustia. Colocándolo frente a sus propios límites, la angustia pone al hombre ante lo único inconmovible (Dios), empujándolo a dar el salto a la existencia religiosa.
Estadio Religioso.
Ilustrado, según la genealogía del autor, por la figura trágica de Antígona, quien no podrá olvidar la culpa original, la culpabilidad hereditaria que determina el sufrimiento. Antígona permanece ligada a un linaje, está incluida en la cadena generacional, es parte de la serie, cuenta como una entre otros. Estará orgullosa de haber sido elegida por los Dioses para salvaguardar la gloria y el honor de la familia de Edipo. Ella es silencio, está llena de misterio. En ese retorno sobre sí misma, en su reflexión, carga con una pena que, engendrando dolor, la hace nacer a ella misma a partir de ese dolor.
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