“HIMNOS A LUCIFER Y PAN”, POR ALEISTER CROWLEY
HIMNO A LUCIFER
Pensad, sin bien ni mal, ¿qué sentido tiene actuar?
Sin su clímax, la muerte, ¿qué sabor tiene
La vida? Una máquina impecable, exacta, que
Va y viene por un sendero estúpido y sin sentido
Para colmar brutos apetitos, su … única satisfacción.
¡De qué modo tan pesado ha sido capaz de comprenderse a
Sí Misma!
Y aun más, este noble elemento nuestro,
De fuego en la naturaleza, de amor en el espíritu, la vida
Que no se entiende a sí misma no tiene primavera, ni eje, ni fin.
Su cuerpo, un radiante rubí de sangre,
Con noble pasión, Lucifer, de alma solar,
Recorrió colosal al amanecer, rápido, oblicuo,
El imbécil perímetro del Edén.
Él bendijo lo que no existía con cada maldición
Y salpicó de dolor la torpe alma del buen juicio,
Exhaló vida en el universo estéril,
Con Amor y Conocimiento echó a la inocencia.
La Clave al Goce es la desobediencia.
HIMNO A PAN
¡Estremécete con el muelle deseo de la luz !
¡Oh hombre !¡Oh, tú, hombre !.
¡Ven corriendo desde la noche
de Pan !¡Io Pan !
¡Io Pan !¡Io Pan ! ¡Ven a través del mar
desde Sicilia y Arcadia !
¡Vagando como Baco, con faunos que te acompañan
y ninfas y sátiros que te guardan,
sobre un asno blanco como la leche, ven a través del mar
a mí, a mí,
ven junto Apolo, en traje de novia
(pastora y pitonisa).
Ve junto a Artemisa, calzado de seda,
y lava tu blanco muslo, oh, bellísimo Dios,
entre la luna de los bosques, sobre el marmóreo monte,
en la aurora surcada de hoyuelos de la ambarina fuente!
Sumerge el púrpura del rezo apasionado
en el sagrario carmesí, en el lazo escarlata
el alma que se sobresalta en una mirada azul,
al observar los gemidos de tu exuberancia, a través
de la espesura del matorral, del nudoso tronco
del árbol viviente, que es espíritu y alma,
y cuerpo y mente… ¡Ven a través del mar,
(¡Io Pan !¡Io Pan !)
Dios o Diablo, a mí, a mí !
¡Oh, tú, hombre!¡oh, tú, hombre !
¡Ven con trompetas que suenen estridentes
sobre la colina !
¡Ven con tambores que murmuren por lo bajo
desde la fuente!
¡Ven con flautas y gaitas !.
¿No estoy maduro ?.
Yo, que aguardo, sufro y lucho
con aire que no permite a las ramas
abrigar mi cuerpo, cansado de abrazos vacuos,
fuerte como un león y aguzado como un áspid…
¡Ven, oh, ven !
Me encuentro torpe
a causa de la solitaria lujuria del poder del diablo.
Mete tu espada entre los mortificantes grilletes,
tú, que todo extingues, y todo creas,
dame el signo del Ojo Insomne,
y el exaltado augurio del áspero muslo,
y la palabra de insensatez y misterio.
¡Oh, Pan ! ¡Io Pan !.
¡Io Pan !¡Io Pan ! Me he despertado
entre los anillos de la serpiente,
el águila me fustiga con garras y pico ;
los dioses se apartan :
las grandes fieras se acercan, ¡Io Pan ! He nacido
para morir en el cuerno
del Unicornio.
¡Yo soy Pan ! ¡Io Pan ! ¡Io Pan Pan ! ¡Pan !
Soy tu compañero, soy tu hombre,
el macho de tu rebaño, soy oro, soy dios,
carne de tus huesos, flor de tu vara.
Con pezuñas de acero, corro sobre las rocas,
inflexible, de solsticio a equinoccio
Y deliro ; y entre delirios estrupo y desgarro
eternamente, en un mundo sin final,
enano, doncella, ménade, hombre,
por la voluntad de Pan.
¡Io Pan ! ¡Io Pan Pan ! ¡Pan ! ¡Io Pan !.
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