9 claves para trabajar tu ruptura amorosa
Cuando se termina una relación de pareja es bastante frecuente experimentar las siguientes sensaciones:
1. Una inmensa culpa por haber perdido a la persona si se ha debido a un error tuyo.
2. Una gran decepción por haber estropeado una relación en la cual estabas bien.
3. La sensación de que las cosas podrían haber tenido arreglo y que aún se pueden reparar las cosas.
4. El vacío impresionante por la separación o la pérdida del estatus íntimo con esa persona.
5. La idealización de esa persona perdida, en donde es fácil echarte toda la culpa de lo malo y verla como una persona extraordinaria que jamás debiste haber perdido y que será absolutamente irremplazable.
6. El deseo y tentación de volver a intentarlo con un costo variable: ya sea buscándola disimuladamente, estando pendiente de ella o simplemente poniendo toda la carne en el asador a costa de tu propio orgullo y dignidad.
7. La sensación de estar pensando aún más en esa persona, la necesidad de saber de ella como sea (amigos en común, redes sociales) y los celos e imaginación activada imaginando cualquier clase de situaciones románticas y/o sexuales con otras personas.
8. La creencia de que no volverás a encontrar a una persona así y de sentirse arrojado del paraíso y comodidad de una relación para estar en una especie de limbo en el cual no se sabe si volverá a pasar algo con alguien.
9. Si ella tuvo la culpa con el tiempo la carga de rabia, resentimiento empieza a desaparecer y por arte de magia terminas quitándole toda culpa y elevándola a un pedestal, donde ponderas de forma exagerada las cualidades que tenía. Y piensas que dadas las circunstancias volverías con ella.
10. La obsesión: o vuelves con ella o no es de nadie más. El destino escribió en nubes que ustedes dos estaban predestinados pero algo se atravesó, encuentras un enemigo que los separó (sea un tercero o una circunstancia) y te fijas en la mente la necesidad irrevocable de volver con esa mujer. En este punto te vuelves paranoico, obsesivo y en ocasiones puedes ser percibido como peligroso.
Curiosas formas que tiene nuestra razón y nuestras emociones para reforzar los lazos invisibles de carácter afectivo y sexual que se construye en una relación. Romper esos lazos supone un esfuerzo importante de distanciamiento afectivo y sexual, donde se cierra el espacio invisible que los unía. Simbólicamente se cierra la puerta y se abre otra, a otro espacio con otras conexiones y personas.
Luego volveré a lo simbólico, porque resulta tremendamente importante lo metafórico y lo simbólico a la hora de retirar el afecto y el pensamiento de esta persona.
Vamos por partes.
Una relación afectiva, romántica y sexual implica crear ataduras invisibles de índole cognitivo o mental, emocional y sexual. Y estas atadura se denomina “vínculo” o “apego”, y este vínculo a apego es muy semejante en la vida adulta a la forma que teníamos de relacionarnos con nuestros padres o personas significativas.
El vínculo empieza a tener unos rasgos significativos y en los cuales se empieza a generar en algunos casos cierta dependencia de la otra persona. De tal manera que cuando la relación termina, el vínculo y el apego aún siguen existiendo, y esta es la explicación al por qué aún seguimos después de pasado el tiempo sintiendo emociones dolorosas producto de la separación e ideas sobre cómo reconstruir el vínculo y restituir el apego.
Es por esto que es fácil juzgar a las personas cuando aún después del tiempo siguen pensando en sus ex parejas, y siguen en un estado de duelo, de tristeza o de depresión, como si un orden natural se hubiera roto. Es increíble cómo la mente y las emociones parecieran que tienen su propia lógica y nosotros simplemente somos víctimas de ellos. Para un tercero es muy claro lo que debemos hacer (distanciarnos aún más, buscar nuevas experiencias, etc), pero nosotros seguimos absolutamente presos de nuestras emociones: culpa, deseo, nostalgia, depresión.
Desvincularnos supone una experiencia tremendamente dolorosa, es una ruptura en toda regla y recuerda en nuestros primeros años las rupturas y abandonos más o menos duraderos que experimentamos. Cuando nuestros padres se iban a trabajar y al no tener concepto temporal nos pensábamos abandonados, quizá muchos de estos cuidadores nuestros no regresaron y efectivamente fuimos abandonados (separaciones, divorcios, etc), todo ello le pega directamente a la forma en que resolvemos nuestras rupturas amorosas y la forma en la cual nos vemos sometidos al imperio de nuestras propias emociones, y al pasado vincular, paradisiaco, de nuestra relación pasada, que con el tiempo empezamos a idealizar, sintiéndonos arrojados al frío y duro cemento después de haber estado en el cielo.
Es claro que nuestra percepción es selectiva y por ello nos damos el lujo de tener sesgos, puntos ciegos y cosas a las cuales decidimos inconscientemente dar más importancia así nos equivoquemos. Por ello nos sorprendemos cuando muchas personas regresan con sus parejas luego de haberse jurado odio eterno o después de que la relación era tan tóxica que no se veía paso atrás. Pero efectivamente sucede, y es que el dolor de una relación tan tóxica resulta más tolerable que el dolor de la ausencia, el miedo al olvido y el vínculo supremo a esa persona.
Es fácil engañarnos, en fácil equivocarnos, es fácil mentirnos a nosotros mismos.
Es como estar en una realidad virtual, en la Matrix, donde somos esclavos de nuestras emociones. He visto a hombres y mujeres sumamente inteligentes pero sometidos al pensamiento obsesivo sobre sus parejas del pasado. Con el peso de uno, dos, tres o más fantasmas. Muchos creen que un clavo saca otro clavo y aunque lleven muchísimos clavos en su historial hay una nostalgia, una herida abierta según su etimología, que sigue haciéndoles doler.
Recuerdo a una mujer que se casó con un amigo mío y una noche de copas me confesó el inmenso peso de un fantasma de hace 10 años, un hombre que la abandonó, que la cambió por otra y la dejó. Su mente nunca pudo explicarse ello, y ante una historia inconclusa su mente se quedó allí, rondando ese recuerdo, rumiándolo, reviviéndolo una y otra y otra y otra y otra vez sin encontrarle sentido. Le vomitó su historia a muchísimas personas buscando respuestas y yo mismo me sorprendía viéndola vomitar –nuevamente – su historia conmigo, volviendo a contarse para ella misma su triste historia.
Y mi amigo absolutamente ignorante de ello. Sin saber que ella en las noches de insomnio, de tráfico pesado, seguía pensando en este hombre.
Evidentemente, amigo lector, los lazos invisibles existen, y son realmente fuertes, trascienden el espacio y el tiempo. No importa si son kilómetros, continentes o décadas lo que ha pasado, aún siguen.
Como ves el tema es complejo. Quiero terminar el post con algunas reflexiones finales sobre lo que me ha ayudado a mí y a otras personas en mi experiencia profesional a salir de esto y seguir su vida mirando a su presente y futuro:
1. Sé consciente que tu mente y emociones te pueden engañar: puedes idealizar, relativizar y sesgar lo que ha ocurrido con el paso del tiempo.
2. Distánciate voluntariamente de los recuerdos que naturalmente emergerán: Si has estado un tiempo con esa persona es natural que tu cerebro la evoque inconscientemente, lo que puedes aprender a controlar es la asociación emocional a ese recuerdo. Que sigas recordando no implica necesariamente que no estés avanzando. El recuerdo es un elemento normal dentro del proceso de evocación del vínculo, no lo hagas más dramático.
3. Si la relación fue larga y en tu concepto significativa es importante que te des un espacio para estar triste y para hacer la fase de duelo. En psicología creemos que no debería ser mayor a cuatro meses, aunque sólo en ti está el poderlo superar más rápido. Soluciones como tener relaciones con otras mujeres pueden entretenerte pero jamás van a ocultar el impacto y efecto emocional de la ruptura. Así que el tiempo en soledad afectiva y sexual tiene un impacto positivo en ti.
4. Trabaja lo simbólico: Imagina rompiendo el vínculo invisible, escribe, escribe y quema, despójate de objetos y recuerdos físicos, y conéctate con tu inconsciente para que puedas desarrollar un símbolo o ritual que te permita representar el distanciamiento emocional y sexual de esa persona.
5. Evita caer en todo aquello que te denigre o rebaje tu dignidad: rogar, insistir, presionar, celar u obsesionarte. Si no controlas tu mente y tus emociones es fácil salirse de todas las proporciones y en poco tiempo hacerte invivible la vida, así que en tus manos está trabajar tu aceptación y la proyección de nuevos y apasionantes escenarios futuros.
6. Trabaja tu relación con tu propia soledad: Muchos le temen demasiado a ese estado, y por ello van de relación nada significativa en relación menos significativa aún, y su vida emocional no crece, simplemente sienten placer y leves subidas, pero nada realmente apasionante. En lugar de ello vive tu soledad y proyecta los crecimientos que debes tener, en este sentido, tu soledad es un trampolín para relaciones significativas.
7. Evita relacionarte en el corto y mediano plazo con esa pareja: Evita tener el trato regular con esa persona y plantéate seriamente buscar otro grupo social para distanciarte de tu expareja. Si no es posible busca, de tu propia iniciativa, ser frío y parco con esa persona e, insisto, trabajar en tus relaciones de amigos que serán un importante soporte para ti.
8. Controla las veces que vomitas tus recuerdos con otros: Deja de repetirte a ti mismo y a otros la película de lo que pasó, evita preguntarte a cuanta persona te pasa por el frente. En la medida en que te descontroles primero aburrirás a terceros y segundo mostrarás una poca capacidad de elaboración de lo que ha pasado. Es más útil escribirte la historia, decodificarla y luego arrojarla simbólicamente a la basura. Los demás generalmente no tienen ni idea de tu propia vida y si decides compartir quesea más bien con unos pocos y sólo una vez. Tu eres el responsable de tu proceso y si la cosa se sale de tus manos ve a un especialista.
9. Tú eres tu prioridad, no tu ex: Debes trabajar en ti mismo para evolucionar en una mejor relación, si te equivocaste no debes necesariamente intentar redimirte con tu propia expareja (redención en el futuro desde el pasado) sino que puedes buscar cambiar para modificar tus próximas relaciones sin caer en tus propios demonios pasados (redención en el futuro desde el presente).
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