La lámpara de Diógenes

Sin embargo, muchas de estas fábulas, sin poseer las cualidades literarias de las obras clásicas, las complejas y profundas reflexiones de un tratado filosófico o la épica de las grandes epopeyas, contienen concentrada en pequeñas dosis la esencia de toda la sabiduría de la época.
Uno de los filósofos más ricos en esta clase de atribuciones es Diógenes de Sínope (413 a.C.) Este filósofo, discípulo de Antístenes en Atenas, ciudad a la que le llevaron sus andanzas después de vagar por Esparta y Corinto tras su destierro, vivía en un tonel y en la más completa austeridad.
Una de sus anécdotas más célebres quizás sea aquella en la que se le acerca el mismísimo Alejandro Magno y le pregunta: « ¿Puedo hacer algo por ti?», a lo que Diógenes le responde: «¡Apártate, me estás tapando el sol!». Creo que no hay mejor ejemplo para ilustrar aquel refrán que dice: “No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita”.
No obstante, el mito que más me ha dado en qué pensar es aquél según el cual, Diógenes apareció en cierta ocasión en una plaza de Atenas, a plena luz del día, portando una lámpara de aceite mientras decía: «Busco a un hombre honesto.»
Recuerdo que el profesor que nos lo explicó argumentaba que la moraleja de esta parábola rad
ica en lo difícil que resulta encontrar a un hombre honesto en el mundo. Sin embargo, de ser esto cierto, me preguntaba: ¿Por qué Diógenes necesitaba un candil?

Actualmente, para buscar objetos o personas disponemos de prismáticos, radares, dispositivos con tecnología GPS… En cambio, una lámpara de aceite es un instrumento que, si lo analizamos bien, su función es simplemente la de iluminar, alumbrar aquello que tenemos cerca para poder verlo mejor. No resulta muy práctica para divisar cualquier objeto que no se encuentre a menos de unos escasos metros de distancia.
Esto me induce a pensar que lo que Diógenes buscaba se trataba de algo tan cercano a él que con la lumbre de una simple lámpara de la época bastaba para encontrarlo. Estoy convencido de que si Diógenes viviera en nuestra época se limitaría a sustituir el candil por una linterna o similar.
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