Demiurgo
Una de las representaciones del demiurgo es la cara de león: una deidad con cabeza de león encontrada en una gema gnóstica, en «La Antigüedad explicada y representada en figuras» de Bernard de Montfaucon, la cual puede tratarse de una representación de demiurgo.
El demiurgo (en griego: Δημιουργός, Dēmiurgós), en la filosofía gnóstica, es la entidad que sin ser necesariamente creadora es impulsora del universo. También es considerado un semidiós creador del mundo y autor del universo en la filosofía idealista de Platón y en la mística de los neoplatónicos.1 Por tanto, demiurgo significa literalmente «maestro, supremo artesano, hacedor», aunque resaltando el griego significaría «creador».
Significación platónica
Según el mito de Platón, expuesto en el Timeo, obra en la que describe la disposición, a partir de razonamientos fundados en la teoría de las ideas y del cosmos. Al principio en el universo sólo había:
- Materia informe y caos.
- Ideas, que son perfectas.
- El demiurgo, una divinidad.
- Espacio.
Platón nos cuenta que el demiurgo se compadece de la materia y copia en ella las ideas, obteniendo con ello los objetos que conforman nuestra realidad. De esta forma explicaba la separación entre el mundo de las ideas que son perfectas y el mundo real (material) que, siendo imperfecto, participa como una copia de la perfección. Esta copia responde a la anterior forma de revisar la esencia en el ser, la cual es indicada como fallida e insostenible.
Mitología
El demiurgo es un genio ordenador. En el principio había una masa caótica, desordenada, informe, indeterminada, etc., y también estaba el demiurgo, el cual miró esta masa y pensó: «¿qué puedo hacer con ella? No sé lo que voy a hacer, pero haga lo que haga lo voy a hacer bien». Después ideó una a una las cosas que iba a hacer y de acuerdo con su idea las fue haciendo.
El mito del demiurgo implica:
- La idea del bien es la primera de todas las ideas.
- Las ideas son anteriores a las cosas y son causa de ellas.
- Las ideas son la única verdad.
Gnosticismo
El concepto platónico del demiurgo es retomado por el gnosticismo. Lo que en el platonismo era imperfección, en el gnosticismo se transforma en maldad. El Universo era para los gnósticos una gradación, desde lo más sutil (Dios) hasta lo más bajo (la materia). Así el demiurgo como creador y ordenador del mundo material, se convierte en encarnación del mal, aprisionando a los hombres y encadenándolos a las pasiones materiales.
El espíritu es la única parte de divinidad que le corresponde al ser humano, liberando éste una "batalla" permanente frente al cuerpo y lo material, transformando así la tierra en el infierno, entendiendo por infierno no el concepto del Hades o del inframundo, sino, simplemente, el lugar más alejado de Dios. Tan sólo la sophia, la sabiduría, la gnosis, llega por amor, desde lo sutil hasta la tierra para librar al ser humano de la esclavitud de la materia. La salvación no es una cuestión de creencia o de piedad divina, sino que se convierte en una revelación, sólo posible para aquellos que aún no han perdido del todo lo poco de divinidad que todos los seres humanos poseen.
Hegel
Con Hegel, se convierte en demiurgo el proceso del pensar, al que transforma en fuerza independiente y divinizada.
Cioran
El filósofo rumano Émile Cioran escribió un libro en que trata in extenso de estos asuntos desde un punto de vista nihilista: El aciago demiurgo (1969).
Gustav Meyrink
Gustav Meyrink, autor entre otras de la obra 'El Golem', en su introducción a unos textos atribuidos a santo Tomás de Aquino sobre la piedra filosofal y la alquimia(ISBN 978-84-7808-663-4), cita una frase que atribuye al Buda Gautama: 'Buscando al constructor del edificio ('el escritor teatral'='el demiurgo') he recorrido sin pausa el trayecto circular de muchas vidas. Ahora te he encontrado y he penetrado en tu ser. ¡Nunca más me construirás casa alguna!'
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