QUÉ SE SIENTE... METER COCAÍNA
EFRAIM MEDINA REYES
Extraido de la pagina http://www.soho.com.co/testimonio/articulo/que-siente-meter-cocaina/21852
Aspiras con fuerza un par de veces y luego de una fase muerta, en que el olor a gasolina y el sabor a veneno de ratas te martiriza y aturde, empiezas a desdoblarte y sientes que los muros y las personas que te rodean se hacen líquidos mientras tus sienes vibran y tu cuerpo se transforma en una mole más dura y fría que el acero.
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Aspiras con fuerza un par de veces y luego de una fase muerta, en que el olor a gasolina y el sabor a veneno de ratas te martiriza y aturde, empiezas a desdoblarte y sientes que los muros y las personas que te rodean se hacen líquidos mientras tus sienes vibran y tu cuerpo se transforma en una mole más dura y fría que el acero. Sales del baño y percibes la realidad adyacente como un paisaje inocuo perdido en la niebla. La música entra por cada poro de tu piel y eres un imponente guerrero suspendido en la densa y frenética atmósfera de la rumba. Una bella tipa te habla, pero no logras descifrar ese lento lenguaje humanoide. Le respondes y te fascina sentir el fluido incesante de tus palabras, cada cosa que dices parece lanzar destellos. Las personas te escuchan inmóviles. Tu lengua es un furioso reptil que se mueve a su antojo. Tratas de frenar su ímpetu salvaje pero tu mente está vacía como un agujero en el agua. La tipa te agarra de la mano y te lleva a la pista. Bailas aferrado a las nalgas de la tipa, sientes que tu verga es inmensa y se incrusta en aquella vulva desconocida que moja la tela del vestido. La besas con ira y desenfreno y ella se deja llevar, eres el guerrero del sexo y nadie puede oponerse. Aferras a la tipa con la certeza de que ella es todo el deseo y el amor que esperabas. La música se eterniza y tu corazón va serenito a mil. Tu cuerpo sigue como un perro fiel los movimientos que le exiges y la tipa suspira entre tus brazos. Eres el jodido centro de todo lo que ocurre y lo más extraño es que todos tus miedos se han ido al carajo. Es como si aquel polvo mágico te hubiera dotado de poderes especiales y eliminado tu tímida y deplorable versión cotidiana.
OFF
De repente la música se apaga y tu lengua muere. La tipa, sin despedirse, regresa a su mesa y una repentina sequía abre grietas en tu garganta. Bebes agua y alcohol como un desesperado pero la sed es cada vez más honda. Entras al baño y notas que tu mandíbula y tus piernas tiemblan como si estuvieras a veinte grados bajo cero, del orificio izquierdo de tu nariz baja un hilo de sangre y te das cuenta de que estás a punto de cagarte en los pantalones. Te sientas en el retrete a liberar tus intestinos y el imponente guerrero que eras se convierte en un estúpido y miserable gusano abatido por la depresión. Te limpias el culo y vuelves al espejo. Tus dientes están cada vez más apretados y te cuesta respirar. Soplas con fuerza y salpicas el espejo de sangre seca, moco y restos de aquel azaroso coctel que has esnifado. Un amigo entra y te ofrece una segunda sesión que aceptas en silencio.
OFF/ON
Esta vez la sensación de plenitud no alcanza el nivel esperado, es solo un paliativo que te permite sentarte ante la barra, apoyar los codos y sostener entre tus manos aquella mandíbula con motor fuera de borda. Bebes y el alcohol se mezcla con el óxido de zinc acumulado sobre tu lengua. La rumba se desinfla ante tus ojos y te sientes estúpido, mediocre y vacío como si la mujer que amas acabara de dejarte plantado para irse con tu mejor amigo. Bebes, pero en vez de flotar en las nubes del whisky te deslíes en aquella silla. A duras penas logras volver a la pista e intentas seguir el ritmo, pero ni tus palabras ni tus movimientos logran fluir y te sientes ridículo. El sabor que baja de tu boca es siempre más amargo y cuando vuelves al espejo eres demasiado real para ser feliz. Como una sombra abandonas el bar y caminas bajo la pertinaz llovizna. Bajo el abrigo sudas y tu cabeza parece a punto de estallar víctima de una precoz resaca. La depresión va en aumento y en una solitaria esquina te apoyas a vomitar la desilusión y el asco de tu ya lejana y transitoria encarnación del poder.
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