Lao Tse dijo: Conocer lo que es bueno para los sentidos y el cuerpo y vagar en la armonía del espíritu vital es el deambular del sabio WEN TZU, Cp.17.
El cineasta Hugo Gonzáles produjo un documental titulado La bacanería, un estilo de vida que hoy tomaremos de pretexto para la segunda entrega de El arte de administrar la pobreza . La filosofía de la bacanería es un ejemplo perfecto de una gerencia del espíritu basada en la honestidad consigo mismo, el trabajo, la amistad y ( uy cómo!) la rumba.
La bacanería es un tema de difícil manejo en términos de guardar un testimonio histórico de su existencia, porque rompe los cánones que el establecimiento impone para el manejo de los fenómenos urbanos de naturaleza marginal.
Bacanería es un término que se aplica para definir cierta clase de sabiduría vital, de avasallador encanto y portentosa autenticidad que emana de la humanidad del bacán, un parroquiano de la comunidad que, sin acudir a otro expediente que el de vivir sin pelear con nadie, le da un aliento de vida a los demás para que extiendan sus alas y recuperen su artista de la vida cotidiana. Los bacanes tienen un rico mundo interior propio. No son ellos los que necesitan del mundo, deambulan como sabios, actúan más allá de las convenciones, no están constreñidos por la sociedad ni vinculados a sus costumbres (Wen Tzu, ibid, C18). La bacanería es, en la práctica, una forma de meditación existencial no culposa.
La acepción bacanería denota un fenómeno cultural del caribe, pero comporta coincidencias universales como el vivir plenamente y dejar vivir a los demás de los campesinos meditadores del desierto del Rajastán en India, personas inocentes, a quienes los une su Maestro, su dulzura, su delicada caballerosidad, el fino sentido del humor y su compromiso existencial de alcanzar la Felicidad Verdadera viajando internamente mas allá de las estrellas, como recomendaba Shiller en su inmortal Canción de la alegría. El bacán oriental se enviaja cada madrugada en el trance de la meditación silenciosa.
Si el bacán occidental moderno practica alguna forma de chamanismo urbano, por diferenciarlo del adicto compulsivo improductivo llamado camaján, consumiendo en forma controlada algún tipo de estimulante natural como la marihuana, o los alcoholes fermentados como el vino o la cerveza, su madurez personal y el dominio del vehículo de trance, le permite una elegante discreción que no enajena su misión, trátese de arte, ciencia o política, (tal parece que en la vida civil no hay sino esos tres haceres).
Un bacán practica la tolerancia, la lealtad y los buenos modales ( la urbanidad, caballeros!), vive con sencillez, sin complicarse por lo que en ese momento sea la moda pasajera. La bacanería es el testimonio místico de un estado del ser, producto de un estilo de vida alternativo, sin símbolos ni reglas preestablecidas. Se nutre, como la literatura, de sus propias experiencias y provee al adepto de un fino olfato para reconocer el bacán activo, al ex bacán (cuando se ha perdido la gracia) y al seudobacán, un contrasentido etimológico porque la bacanería es espontaneidad y naturalidad permanentes, no un estado pasajero, ambiental o reactivo, ni tiene que ser necesariamente fruto del alcohol o de otras drogas. Lo que natura no da, las adiciones no lo prestan. No todo coleto es un bacán, ni todo bacán es un coleto .
Hay que tener cuidado con eso, porque algunos sectores retardatarios del establishment asocian bacanería con delincuencia, bajo mundo, droga, homosexualismo y exhibicionismo.
Eso es injusto, un bacán es ante todo un caballero, vestido de danzón, un ciudadano ejemplar en el más riguroso sentido de la palabra, trabajador incansable, líder natural de su cuadra o lugar de trabajo, colaborador, buen padre, buen hijo, tierno amante de su esposa, a quien nunca abandona (los bacanes no tiene queridas , a lo sumo tienen novias) y otras lapidarias cualidades de epitafio que se resumen en UN BACAN .
Nadie debería ser juzgado por las apariencias. El expediente de todo ser humano es lo que ha dejado hecho, lo demás lo consume el olvido. Y aunque la historia sea injusta y el tiempo no perdone, nada puede detener una sana intención hacia la humanidad. Y eso es la bacanería una cofradía críptica, cifrada, laberíntica, vivencia inefable, absurda, como el amor, una cofradía que existe sin permiso como alternativa caribe ante la impotencia creativa de una sociedad neurótica carente de metas espirituales.
Algún día la bacanería será estudiada como una opción sabia de administración de las pobrezas del hombre, rescatada como una experiencia caribe universal.
Coletilla: Propongo un encuentro para universalizar la propuesta, apertrecharla de himno, logo, grafito, camiseta, calcomanía, mercadeo, gestión cultural y un eslogan: Demuestra tu bacanería .
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