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Si algo ha caracterizado el siglo XX, y lo que llevamos de este siglo XXI, es el enorme desarrollo científico del que hemos sido testigos. Han sido tantos inventos tecnológicos y tantos descubrimientos científicos, que innovaciones que son asombrosas han acabado pareciéndonos triviales. Estamos tan acostumbrados a escuchar a diario grandes hitos en medicina, electrónica o ingeniería, que es difícil que nos asombremos ante artefactos que merecen el aplauso de toda la humanidad puesta en pie.
Uno de esos asombros tecnológicos recibió el nombre de Voyager 1 y fue lanzado por la NASA en el año 1977 para viajar más allá del Sistema Solar visitando algunos planetas del mismo. Las bellísimas fotografías de Júpiter y Saturno, así como de algunas de sus lunas, que pudimos contemplar a principio de los años 80 del siglo pasado, nos maravillaron. Los datos que recibimos nos permitieron conocer a esos gigantes gaseosos, así como comprender mejor la dinámica de la atmósfera o la geología planetaria. Además reivindicó la necesidad de contestar a una pregunta que siempre nos ha inquietado: ¿existirá alguna forma de vida fuera de la Tierra?
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Hoy la nave Voyager 1 sigue su viaje, y de forma admirable, sigue enviando información a la Tierra. Algunos científicos afirman que la nave ya ha abandonado el Sistema Solar, otros sin embargo dicen que aún está en los límites del mismo. Tecnicismo aparte, la nave se encuentra a distancia descomunal: a casi 20.000 millones de kilómetros. Es difícil imaginar esa distancia, en términos astronómicos equivale a unas 140 veces la distancia al Sol. Puede que eso tampoco diga mucho, pero es una distancia equivalente a dar medio millón de vueltas a la Tierra por su ecuador. La velocidad que ha alcanzado la nave tampoco está nada mal, para un artefacto creado en 1977: unos 15 kilómetros por segundo, que vienen a ser unos 54.000 kilómetros por hora. A esa velocidad se alcanzaría la Luna en 5 horas y media, algo menos de lo que tarda un tren de alta velocidad en unir París con Barcelona.
Si no estuviésemos inmunizados por el continuo goteo de inventos y descubrimientos generados por la ciencia y la tecnología, todo lo expuesto debería asombrarnos, sobre todo cuando nuestra historia nos muestra que hace sólo un par de siglos la muerte por una infección era asunto cotidiano o que para recorrer unos cientos de kilómetros necesitábamos varios días de viaje. Así que “chapeau” por la Voyager 1, que es la invención humana que más lejos ha llegado, y otro sombrerazo por la ciencia que ha permitido su desarrollo.
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Documental Voyager
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